La pérdida involuntaria de orina, también conocida como incontinencia urinaria, es una problemática frecuente que repercute en forma significativa en la vida de las mujeres.1,2 Si bien su prevalencia es mayor entre las mujeres de edad avanzada, puede afectar a mujeres de todas las edades.2,3
La incontinencia urinaria puede tener un notable impacto negativo en la calidad de vida, generando consecuencias físicas, psicológicas, sociales, e incluso económicas para las mujeres que lo sufren.1
Una adecuada continencia urinaria depende básicamente de la integridad de la vejiga, el suelo pélvico y la uretra; la inervación de estas estructuras y el control a nivel superior también son importantes para el correcto desarrollo de esta función.2
Los estudios epidemiológicos sobre la prevalencia de la incontinencia urinaria en la población general demuestran que se trata de un problema más frecuente en las mujeres que en los hombres, y que su incidencia aumenta con la edad.2 Esto se debe a que los eventos relacionados con la salud reproductiva de las mujeres, como el embarazo y el parto, afectan a la vejiga, a la uretra y a otros músculos que sostienen a estos órganos,4 conduciendo a la aparición de debilidad del suelo pélvico.2
Existen diferentes tipos de incontinencia urinaria que afectan a las mujeres, y es importante diferenciar entre ellas:1
Para el diagnóstico del tipo de incontinencia urinaria es necesario realizar una historia clínica exhaustiva, evaluando los antecedentes personales y los síntomas, y un examen físico completo.2,4
En ocasiones, puede ser necesario realizar estudios complementarios para ayudar al diagnóstico. Estas pruebas pueden incluir: análisis de orina y urocultivo (para descartar infecciones), análisis de sangre, ecografía de los riñones y la vejiga, medición del residuo posmiccional (es la medición de la orina residual que queda en la vejiga luego de la micción), prueba urinaria de esfuerzo, cistoscopía (permite ver el interior de la vejiga y la uretra mediante el uso de una sonda delgada con iluminación), o un estudio de urodinamia (evalúa el almacenamiento y la evaluación de la orina por el tracto urinario).2,4
La evaluación de la gravedad y de las características de la incontinencia urinaria orientarán la indicación de los estudios complementarios y contribuirá en la decisión del tratamiento a recomendar.2
En la actualidad, existen diversos tratamientos disponibles para la incontinencia urinaria.4 El objetivo fundamental del tratamiento debe ser siempre mejorar la calidad de vida de las pacientes, por lo que es prioritario conocer sus preferencias, el estilo de vida que llevan y sus circunstancias personales. En todos los casos deben analizarse las ventajas e inconvenientes que conlleva cada una de las opciones terapéuticas.2
Entre las alternativas para el tratamiento de la incontinencia urinaria en las mujeres se incluyen: tratamientos farmacológicos, ejercicios de rehabilitación del suelo pélvico, tratamientos paliativos (como el uso de absorbentes) y tratamientos quirúrgicos.2
El entrenamiento en el control de la vejiga puede ser útil para mejorar la incontinencia, mediante la realización de ejercicios para fortalecer los músculos pélvicos (también conocidos como ejercicios de Kegel).5
Los cambios en el estilo de vida también pueden ser beneficiosos, y ayudar a prevenir o mejorar la incontinencia urinaria. Entre ellos se incluyen: el descenso de peso, dejar de fumar, reducir el consumo de alcohol y cafeína, prevenir la constipación, y evitar cargar objetos pesados.5
El tratamiento farmacológico puede ayudar a vaciar más a fondo a la vejiga durante la micción (al orinar). Otros medicamentos contraen los músculos y pueden disminuir el goteo de orina.5
La elección del tratamiento dependerá del tipo de incontinencia urinaria, su gravedad, la causa subyacente, y las preferencias del paciente. En ocasiones, es posible que sea necesario implementar una combinación de tratamientos.6
Muchas veces, puede resultar incómodo hablar sobre la incontinencia urinaria con un médico. Pero si la incontinencia ocurre con frecuencia, afecta las actividades diarias o la calidad de vida de la persona, es importante buscar asesoramiento médico.6
Referencias: